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Longevidad y Mercado de Trabajo: prolongación de la vida laboral y nuevo marco de las relaciones de trabajo y profesionales ( parte I)

En este articulo y en el próximo centraremos el foco en la necesidad de alargar la vida laboral ( o dicho de otro modo retrasar la jubilación) y sus interacciones con el actual y futuro marco de las relaciones laborales y del mercado de trabajo, profundizando en alguna de las nuevas dinámicas del mismo y en algunas soluciones a sus inconsistencias.

Autor: Fernando Martínez-Cue. Socio Fundador de Martínez-Cue & Asociados y Delegado de Agers-Asociación española de Gerencia de Riesgos y Seguros, en Cataluña.

INTRODUCCIÓN

Se están produciendo una serie de factores que, si no se toman medidas, amenazan desestabilizar seriamente nuestro sistema público de Pensiones y de nuestro Estado de Bienestar.

Entre ellos están el alargamiento de la esperanza de vida de la población en general, y en concreto de la esperanza de vida en el momento de la jubilación de los que llegan con vida a los 65 años. A ello se une una reducción de la población activa y un incremento de la población pasiva debido a la incorporación progresiva a la jubilación a partir de 2023 de la populosa generación del baby boom. Las generaciones o cohortes que vienen por detrás son mucho menos numerosas ( bajada de la natalidad). Además, la solvencia y sostenibilidad del sistema de Pensiones se está viendo afectado por otros elementos del corto plazo o coyunturales, de menor impacto, como la situación económica, el desempleo y la precariedad del nuevo empleo.

La bajada natalidad traerá consigo, a partir de mitad de la próxima década, una generación de trabajadores mucho menos numerosa que la anterior sufragando las pensiónes de reparto de una generación más numerosa de jubilados (pasaremos de una tasa de dependencia hoy de aproximadamente 3 activos por cada 1 jubilado hoy en día a casi 1 a 1 en 2064).

Para ayudar a mantener esa sostenibilidad, manteniendo un sistema justo y generoso,  parece conveniente acometer retrasos en la edad legal de jubilación más allá de los 67 años, que será la edad ordinaria de jubilación a partir de 2027 e incentivar la continuidad en el trabajo tras el cumplimiento de la edad normal de jubilación, por cuanto se consigue el doble efecto de, por un lado, el ahorro de no pagar prestaciones por jubilación o pagarlas parcialmente y por otro que el trabajador siga cotizando (aunque sea de forma minorada).

Esto nos lleva a abordar una serie de cuestiones, algunas trascendentales, otras con bastante menos fondo del que pudiera parecer, aunque se plantean como trascendentales.

EL ALARGAMIENTO DE LA VIDA LABORAL Y ALGUNOS RETOS PARA LAS DIFERENTES GENERACIONES DE PROFESIONALES ACTIVOS

En relación a la prolongación de la vida laboral, surgen ciertas cuestiones, algunas muy relevantes, aunque otras no son problemas tan severos o complejos como a priori pudieran parecer o simplemente no existe el problema sobre el que se alarma. Las planteamos aquí, y las tratamos entre este y el próximo articulo:

  • ¿Cómo mantener en el mercado laboral a los más mayores teniendo en cuenta todas las cuestiones circundantes? Salud, motivación, dificultad de adaptación a la nueva era laboral y al cambio digital, necesidad de reciclaje profesional.
  • ¿Cómo se consigue armonizar esa continuidad laboral de los más seniors sin perjudicar la incorporación al mercado de trabajo de las nuevas generaciones?.
  • Respecto a la cohorte de los del medio (digamos aquellos entre 40 y 58 años), ¿cómo se trabaja eficientemente para que aquellas personas de esta generación que han salido del mercado laboral anticipadamente tengan una adecuada segunda oportunidad laboral que sea sostenible en el tiempo? Ello teniendo en cuenta que el número de años hasta su jubilación será superior que el que  la generación anterior tenía a su misma edad.

Las expectativas de mejora del empleo en la próxima década son significativamente positivas. Según el Informe de la CEOE de abril de 2016 sobre “el envejecimiento de la población y sus efectos en el mercado laboral”, la creación de empleo a ritmos de crecimiento estimados de entre 1,5% o 2%, unido al menor número del número de miembros de las cohortes activas de menos edad ( 15 a 30 y 30 a 45 años), llevaran entre 2023 y 2025 a niveles de desempleo de en torno al 7,5%, alcanzándose por lo tanto niveles de empleo similares o mejores a los que había en el periodo previo al inicio de la crisis ( 2007). De hecho la expectativa actual del Gobierno es que el paro baje a un 11,2% en 2020.

Ello pese al incremento de las tasas de actividad de la población en edad activa debido principalmente al incremento de la misma entre las mujeres, entre los mayores de 60 (en este caso debido a la existencia de mayor oferta de empleo que hará que baje el porcentaje de los que salen del mercado laboral y se jubilan anticipadamente), y entre los grupos de edad más joven que, por el mismo motivo de incremento de la oferta de empleo, no necesitarán prolongar tanto el periodo formativo como se ha hecho hasta ahora.

Por otro lado, es un argumento que se mantiene desde las posiciones contrarias a la incentivación del retraso de la edad de jubilación y/o a la flexibilización de la compatibilidad de trabajo y percepción de pensión, que una economía puede crear un número fijo y limitado de puestos de trabajo y que el empleo de los más mayores, que podrían estar jubilados, destruye el empleo o merma las oportunidades de encontrarlo de los más jóvenes.

Esta afirmación no es cierta. En los países de la OCDE la correlación entre las tasas de actividad de los más mayores respecto a la tasa de paro de los más jóvenes es negativa: la inmensa mayoría de los países con mucha tasa de actividad en los mayores además, tienen poco paro juvenil. La solución al empleo de los jóvenes está en otro lado. Los países con una mejor regulación de su mercado laboral, mercado laboral flexible (respecto a las opciones de contratación, menores costes de despido) y cobertura de desempleo adecuada (que no haga más atractivo la situación de desempleo que trabajar), además de otros aspectos como movilidad y flexibilidad geográfica, crean más empleo.

Obligar a los mayores a jubilarse (o dicho de otro modo, incentivar a que se jubilen en la edad ordinaria) hace que su experiencia y conocimientos se desaprovechen o les incentiva a trabajar en economía sumergida cuando, pese a todas las dificultades, quieren continuar trabajando. Además de que en no pocos casos condiciona una jubilación plena y feliz que les realice.

Los Sistemas de Pensiones más eficientes incorporan la flexibilidad, en cuando a la fecha de jubilación a partir de una edad mínima, la posibilidad de la jubilación parcial y de combinar trabajo y jubilación, incluso la posibilidad de la reversibilidad de la jubilación y volver a trabajar, incentivando la continuidad en activo con incrementos de los derechos pensionables, promoviendo la libertad individual de los trabajadores.

En cambio, en España tanto la jubilación anticipada como el retraso de la edad de jubilación están penalizadas. En este último caso porque a cotizaciones durante más años ( una vez superada la edad normal de jubilación) normalmente no corresponden mayores prestaciones, sino lo contrario. En caso de prolongar la edad normal de jubilación, se percibe pensión durante menos años y se cotiza durante más. Incluso puede darse la posibilidad de que sea incluso menor el importe de la pensión si las bases de cotización bajan durante esos años de prolongación.

Un buen ejemplo en cuanto a esa flexibilidad mencionada en los párrafos anteriores sería el Sistema de Pensiones Sueco.

En esta línea argumental, el descenso previsto de la población en nuestro país ayudará a la convivencia de las distintas generaciones en el mercado laboral, facilitando, junto con otros factores, la equidad de oportunidades para todos y el empleo.

La población en España ha pasado de un máximo de 46,8 millones en 2012, a  46,5 millones en 2015, y la previsión del INE es que baje a 45,8 millones en 2025; 43,7 en 2050  y 40,9 en 2064, fecha en la que la que la generación baby boomers estará próxima a la desaparición.

La caída de la población en los últimos años fue debida principalmente a la caída de la emigración por vuelta a sus países de origen. A partir de ahora la caída será vegetativa por no cubrir la tasa de recuperación (ser la natalidad menor que la mortalidad). No parece sencilla cambiar esta tendencia, a no ser que se consiga convertir a España en un destino atractivo para la emigración (lo ideal serían profesionales cualificados o una proporción significativa de trabajadores cualificados). O más difícil aún, un cambio en la cultura y en las dinámicas que lleve a una multiplicación por dos o por 2,5 de la natalidad.

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